El negocio del capa perros

Por:  Asiris De Migón

Diente por diente

Poca gente conoce la historia de Don Papo, el castrador de perros.

Cuenta la leyenda popular que Don Papo por cada perro que capaba cobraba 20 pesos; pero lo inverosímil era que a sus dos ayudantes, a cada uno le pagaba 15 pesos, de ahí la fama de tan mal negocio.

"El oficio de Castrar perros nunca fue rentable. Eso bien lo sabía la gente del pueblo. Por eso nunca se explicaron, cuales razones tenía Don Papo de seguir haciéndolo. El populacho había bautizado los malos negocios, con su locuaz sabiduría, como los negocios del “Capa Perro”. Su fama de capador de perros se extendió por toda la provincia, incluso se escuchaba hablar de él en ciertos círculos sociales. Y la razón es que, por cada perro castrado por Don Papo, él solo cobraba al cliente la suma de veinte pesos. Un pago que sería luego compartido con sus dos ayudantes, quienes recibían a su vez la suma de quince pesos cada uno. Es decir cobraba veinte pero pagaba treinta, de ahí su fama de castrador y mal negociante", mientras en su pequeño negocio, frente a una fábrica de embutido, tenía un lumínico letrero que rezaba: "Compramos Carne, a $100.00 la libra".  (Nolberto Sabino, Memorias del Guabatico)

Es lo mismo que sucede con las autoridades que manejan fondos públicos, que  deberían administrar escrupulosamente, tomando cuantas providencias fueren de lugar a fin de ahorrarlos lo más posible, y de ese modo atender un número mayor de necesidades en la población.

Por ejemplo, no es política para sentirse orgulloso, el hecho de dejar que la gente arroje desperdicios donde le plazca, y luego usted hacer un aparataje, un boom mediático, como benefactor de la limpieza, la higiene, la conservación del medio ambiente.

Se dice que higiénico no es el que limpia, sino el que no ensucia. Y si cualquier ciudadano que en el momento ostenta la autoridad permite que se contamine, que se hagan vertederos donde la gente quiera, no es un buen gerente, tiene que rectificar, aunque sus paniaguados lo exalten, lo alaben y le rindan pleitesía.

La ley es ley, y por eso ha de cumplirse sin excepción alguna. No hagáis el negocio del Capa Perro.

 

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