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Las parafilias (6)

TEMAS DE MEDICINA

Por: Adolfo Paniagua Contreras

Sadismo sexual

A la par de numerosas anomalías en el comportamiento sexual, que en estos tiempos de postmodernidad encuentran asidero como manifestaciones normales de la libertad individual, como es el caso de la homosexualidad generalizada y otras desviaciones de los cauces normales de la libido, el trastorno de sadismo sexual encuentra su talón de Aquiles en una sociedad cada vez más a la deriva desde el punto de vista ético y moral; donde se ha abierto de par en par la compuerta del desenfreno, el libertinaje, la falta de escrúpulo, pudor, dignidad y vergüenza, y, todo ello, con el aplauso estridente de  quienes deberían dar buen ejemplo, que ponen sus ojos más en la grosera satisfacción hedonística y la acumulación de bienes materiales, que en preservar los buenos modales y las normas culturales legados por nuestros ancestros.
Aunque expertos en psiquiatría creen que los trastornos parafílicos y de identidad sexual ocupan un número inferior en relación con otras perturbaciones o desviaciones de la sexualidad considera normal, somos de opinión que la baja representación que puedan tener en el cuadro general de estas manifestaciones no convencionales, se debe a su carácter más oculto, dado el bajo porcentaje de personas con estos desequilibrios que son capaces de autocrítica y buscar asistencia facultativa. Quizás la mayoría de los casos se quedan ocultos, por el temor de esos pacientes a ser descubiertos y sufrir del escarnio público. (Psiquiatría para médicos no psiquiatras, p.171)
¿Qué es el sadismo sexual? Cualquiera persona no instruida ha oído hablar del adjetivo sádico, y sabe que se refiere a quien goza al infringirle daño físico, mental, moral o espiritual a otro, sin importar motivos o situaciones taxativas, con tal de satisfacer sus instintivos deseos pasionales.
En el sadismo sexual concurren fantasías que exacerban la imaginación y los estímulos eróticos en aquellas personas que que lo padecen, quienes experimentan goce y tienen persistentes pulsaciones hacia la satisfacción de sus libidos, al provocarle dolor y sufrimiento a sus víctimas.
Los sadistas, que en cierta medida comparten patrones semejantes, pero inversos, con los masoquistas, pero que pueden tener el componente sado-masoquista, utilizan una serie de métodos para causar dolor, humillación, angustia y desesperación sobre quienes ejercen influenza, ya sea de manera consentida o coercitiva, especialmente mujeres.  Entre esos métodos están el atar, vendar los ojos, golpear en las nalgas, herir, hacer defecar u orinar a las víctimas, que, en ocasiones, de manera sumisa tienen que adoptar la condición del animal que se les antoje a sus verdugos, ya sea éstos varones o hembras, pues, no es ya un secreto que muchas damas entre sí participan de ese lascivo juego.
Según diversas consideraciones de expertos en la materia, una exacerbada tendencia pulsátil lleva al ente masoquista a requerir de su contraparte cada vez mayores sacrificios, lo que se traduce en el empleo de mayor agresividad o incremento de la intensidad de las torturas, como compensación a su desenfrenado impulso erótico. (J. Morrison, p. 580)
La terminología psiquiátrica más estricta le asigna los términos de algolagnia activa al trastorno de sadismo, y algolagnia pasiva al masoquismo, lo que refleja una correspondencia entre ambas anomalías del comportamiento sexual en que solo varía el papel preponderante de una sobre la otra. (Diccionario Enciclopédico Taber de Ciencias de la Salud, p.52).
Etiología
Es poco precisa la literatura médica a la hora de explicar el origen de estos trastornos parafílicos, que algunos autores denominan "de excitación sexual".
Al abordar los trastornos psicosexuales, en el capítulo dedicado a los trastornos del sistema nervioso, Michael J. Aminoff y Vanja C. Douglas, sostienen: “El patrón de estimulación sexual casi siempre tiene raíces psicológicas tempranas. Las experiencias adversas con la actividad sexual a menudo refuerzan este patrón a lo largo del tiempo”: Diagnóstico Clínico y Tratamiento”, pág. 1063.
Esto quiere decir que los eventos desencadenantes de estas patologías hay que buscarlos en la infancia, aunque otros tratadistas los sitúan más tardiamente, en la etapa de la adolescencia. Claro que no se trata de un problema cronológico, sino de experiencias traumáticas por factores múltiples, referidas a lo inconsciente, subconsciente e infraconsciente de la psiquis humana.
 
 
 
 

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