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Sin guitarra y sin violín

Por: Adolfo Paniagua Contreras

Antes de entrar a su palacio el rey rompió la guitarra con la que entretuvo al pueblo entonando, calle arriba y calle abajo, muchísimas canciones fantásticas.

Pasó un tiempo hasta que el rey, saturado de ambiciones, logró encontrar un palacio que estaba semi abandonado. Cuando entró al palacio, dijo a los acompañantes, entre ellos un gorila que se tintó los pelos de amarillo: "Este palacio es mío. De aquí no me saca ni el Espíritu Santo".

Una vez allí y leída su sentencia, dijo: "Vamos a seguir las fiestas conque entreteníamos al pueblo, pero ahora va a ser con violín; aquí hay uno que lo han tocado todos los reyes que han pasado por este interesantísimo lugar.

Efectivamente, el rey tomó el viejo violín con el que no hacía mucho se deleitaba a los visitantes y a los miembros de la Corte Real, y comenzó la fiesta que aún no termina, pese a que han pasado algunos   años de haberse apoderado de aquel lugar.

Lo curioso es que el rey, acostumbrado a la guitarra, ahora lo que hace es que desentona; las cuerdas del viejo violín están destempladas; y los músicos, y los miembros del coro hacen reír a los visitantes, aunque ellos disfrutan sus piezas, sin percatarse de que cuando dan un DO sostenido, lo que suena es un DO bemol. Así se pasan los días.

Sin embargo, oí decir, es un ronroneo, que de nuevo el rey quiere tocar la guitarra, y que, como rompió la que lo acompañó en las calles antes de entrar a su palacio, ahora ha mandado a comprar una, pero las gentes han escondido todas las guitarras, y el pobre rey ahora gime, porque ya no deleita a nadie, y se va a quedar sin guitarra y sin violín.

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