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La triste madrugada del 2 de abril de 1974

Por: Adolfo Paniagua Contreras

Primera parte

Era la una de la madrugada del 2 de abril de 1974. Las calles de La Vega Real lucían despejadas. Una brisa fría soplaba de cuando en cuando como para alegrar los framboyanes. Por uno que otro lado se oía el lúgubre ladrido de uno que otro perro, señuelo de la presencia de un difunto, según la creencia de los campesinos del Sur del país.

Nadie sospechaba que, efectivamente, en el grupo de siete hombres que decidimos incursionar en la Junta Municipal Electoral de aquella olímpica ciudad andaba un muerto, vestido con uniforme de sargento USA y con un fusil semi automático M-I, que apuntaba a 5 supuestos ladrones que llevábamos "presos", como táctica de aproximación al objetivo: la sede de la Junta Electoral.

El muerto era un joven esbelto, de tez clara, bigote negro, menudo, de 17 años de edad, oriundo de la combativa ciudad de Moca, quien en La Vega ostentaba la representación del Movimiento Popular Dominicano (MPD) ante el Acuerdo de Santiago: Ismael Antonio Grullón Núñez (cariñosamente Tony o Alberto).

Fotocopia de una reseña realizada por el periódico El Sol, de Santiago, el día 4 de abril de 1974

Supe que Tony había muerto cuando, postrado en una camilla en la celda No. 3 de los infernales "Pasillos de la Muerte", en la Penitenciaría Nacional de La Victoria, a los 6 días del fallido acto, el entonces coronel del Servicio Secreto de la Policía, Eleodoro Berroa Contreras, me enseñó una foto de mi estimado camarada, tendido en un charco de sangre y con su fusil al lado de su cuerpo inerte, colocado así por los esbirros de la dictadura en señal de prueba de su participación en el frustrado asalto a la Junta Electoral.

No pude contener el llanto. Jamás sospeché que él hubiera caído. Su corazón fue atravesado por una bala de máuser. La bala la disparó el raso del Ejército Nacional, apellido Ramos y Ramos, quien estaba sentado en el interior del local de la Junta, mientras quien suscribe, hacía maniobras para evitar una ráfaga de la carabina Cristóbal con que me encañonaba, algo tembloroso, igual que yo, el raso de la Policía Nacional, José Dolores Rosario, quien en el interrogatorio de sus superiores, afirmó que se le había encasquillado el arma, razón por la cual, según habría dicho, no me mató.

Tony Grullón (Alberto, como le apodaban en La Vega), era un muchacho alegre, algo solidario, amoroso, como lo sabía su Teresita, que también habría de participar en aquel evento, pero decidimos dejarla, no porque la subestimáramos, sino por una de esas corazonadas con que Dios nos habla, advirtiéndonos de algún peligro.

Tony Grullón era muy querido, tanto en su lar nativo, Moca, como en La Vega. El actual senador peledeista, Euclides Sánchez, según me confesó, lo conocía muy bien, igual que el diputado Aridio Vásquez Reyes; Mario Fernández, Yayo Henríquez, Miguel Ángel Reinoso Sicar, Antonio Mirabal, y otros connotados dirigentes políticos veganos.

Como se trata de un hecho histórico que tuvo una repercusión política muy especial, con esta primera parte iniciamos el relato de lo que verdaderamente sucedió ese 2 de abril de 1974; los involucrados, y la intención, es decir, el objetivo concreto de querer tomar la Junta Municipal Electoral de La Vega, faltando apenas un mes y catorce días para las elecciones generales, donde el principal candidato era el mismo que durante ocho años consecutivos se había mantenido en el poder, a base de dádivas y de crímenes, encarcelamientos, torturas y desapariciones: Joaquín Ricardo Balaguer Villeta o la continuidad de Trujillo sin Trujillo en la realidad política de la República Dominicana.

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One Comment

  1. Muy buena iniciativa, pa' lante! Pa’lante! Este es el mundo de hoy y hay que vivir en el Muy consciente de todo lo que nos rodea.

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