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Las parafilias (5)

TEMAS DE MEDICINA

Por: Adolfo Paniagua Contreras

Pedofilia

Quizás uno de los trastornos parafílicos que más resuena en los medios de comunicación de estos tiempos es el relativo a la pedofilia, con su adjetivo pedófilo, que indica, denota, significa una persona mayor que ejerce determinado tipo de actividad sexual con alguien menor de edad. Su tipificación penal varía de una nación a otra, y hay países donde ese tipo de comportamiento no está sancionado por las leyes, como ocurre en algunos Estados de Medio Oriente, África y otros.
Etimológicamente el término pedofilia procede del griego. Significa “amor por los niños”, pero no el amor filial que conocemos, ni una demostración de filantropía taxativa de una necesidad de auxilio o ayuda oportuna, sino “amor sexual”, de ahí que esté incluido en el DSM-5 de la Asociación Americana de Psiquiatría y otros tratados como: Trastorno parafílico.
Se estima que en Estados Unidos hasta los 18 años el 20% de los niños han sido víctimas de algún acercamiento o acto de pedofilia, con la salvedad de que generalmente no son extraños los victimarios, sino parientes, amigos, o vecinos de los familiares.
Aunque generalmente se habla de pedófilos y casi nunca de pedófilas, los especialistas en el tema han encontrado que un 12% de los actos perpetrados (entre ellos dar su consentimiento) corresponden a mujeres.
La modalidad o más bien el mecanismo de acción que utilizan los “amadores” de niños (hembras y varones) la define J. Morrison:
“El tipo de acto que se prefiere varía con el agresor. Algunos pedófilos sólo miran (pornografía infantil con niños reales); otros desean tocar o desvestir a un niño. Pero casi todos los actos implican el sexo oral o tocar los genitales del niño—o que el niño toque los genitales del perpetrador—. Excepto en el incesto, casi ningún pedófilo desea la penetración real. Sin embargo, los que lo hacen pueden recurrir a la fuerza para lograrlo”.  DSM-5, págs. 573, 574.
Un dato interesante que resalta el autor citado, es que un 50% de los individuos consume alcohol (y otros alucinógenos o drogas narcóticas, agregamos nosotros) antes de iniciar el contacto con los niños.
Entre las personas que padecen de este trastorno (varones o hembras) existe la clasificación de pedofilia exclusiva y no exclusiva, dependiendo de si sus actividades ilícitas se limitan a los niños, su tipo de sexo y rango de edad determinados (exclusiva), y quienes además de niños, también sienten atracción por adultos (no exclusiva).
“Los varones que prefieren a los niños tienen dos veces más probabilidad de volver a incurrir en la ofensa que aquéllos que prefieren las niñas” ob. cit.  
Un dato curioso es que (no sabemos en la legislación dominicana) en Estados Unidos una persona de 15 años comete un acto de pedofilia y no se considera pedófilo, pero si tiene 20 años, entonces califica para ser diagnosticado como tal.
El DSM-5, pág. 669, para el diagnóstico diferencial establece: “Diagnóstico diferencial (trastornos por consumo de sustancias y físicos, trastornos psicóticos y bipolares, discapacidad intelectual, abuso de tipo criminal en niños para obtener alguna ganancia)”.
Y los siguientes criterios diagnósticos:
A. Durante un período de al menos seis meses, excitación sexual intensa y recurrente derivada de fantasías, deseos sexuales irrefrenables o comportamientos que implican la actividad sexual con uno o más niños prepúberes (generalmente menores de 13 años).
B. El individuo ha cumplido estos deseos sexuales irrefrenables, o los deseos irrefrenables o fantasías sexuales causan malestar importante o problemas interpersonales.
C. El individuo tiene como mínimo 16 años y es al menos cinco años mayor que el niño/niños del Criterio A".
Nota: No incluir a un individuo al final de la adolescencia que mantiene una relación sexual continua con otro individuo de 12 o 13 años. (n. a).
Más adelante especifica:
Entre los ejemplos de admisión de esta parafilia se incluyen el reconocimiento franco de un marcado interés sexual por los niños y la confesión de que se interés sexual por los niños es mayor o igual que el interés sexual por las personas físicamente maduras. Si los individuos también se quejan de que sus deseos o preferencias sexuales por los niños, les están causando problemas psicosociales, pueden ser diagnosticados de trastorno de pedofilia. Sin embargo, si estos individuos refieren ausencia de sentimientos de culpa, vergüenza o ansiedad a causa de estos impulsos parafílicos, no están limitados funcionalmente por sus impulsos parafílico (según sus propias referencias, por valoraciones objetivas o por ambas) y sus antecedentes legales, así como lo que ellos mismos refieren, indican que nunca han actuado bajo esos impulsos, entonces esos individuos tienen una orientación sexual de pedofilia, pero no un trastorno de pedofilia”.
Tratamiento:
El tratamiento del trastorno de pedofilia es, en cierta medida, inespecífico, ya que, aunque legalmente está admitido y registrado como un mal divergente de las actividades sexuales consideradas normales, aún no se asocia el fenómeno con algún tipo de patología cerebral, por lo que se le asigna aún un papel más psicológico que psiquiátrico.
Castellá et al propugnan por una sincronización de esfuerzos médicos legales, con lineamientos claros desde el marco jurídico, y posibilidades reales de tratamiento para esos pacientes pedófilos. Psiquiatría para médicos no psiquiatras, pág. 178.
Por último, es indudable de que los individuos de los criterios A y B definidos más arriba, comparten la denominación de psicopatía definida como: “Anomalía psíquica por obra de la cual, a pesar de la integridad de las funciones perceptivas y mentales, se halla patológicamente alterada la conducta social del individuo que la padece”.  Pequeño Diccionario Médico Etimológico, de Francisco Cortés Gabaudan, pág. 108
Nota: Sucesivamente, en la medida de nuestras posibilidades, continuaremos desarrollando los temas seleccionados del conjunto de trastornos parafílicos, con la salvedad de que existe un montón de otras manifestaciones relacionadas con la esfera sexual que, aunque no clasificados como anomalías, cumplen con una serie de criterios para encajar en esta denominación.

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