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¿Debacle en el PLD?

 

DIVISIÓN/ El partido morado había experimentado divisiones en el pasado, pero nunca de la magnitud de la que lo estremece en este momento, con carácter irreversible.

Por: Adolfo Paniagua Contreras 

La ruptura en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) con la renuncia el pasado domingo del ex presidente de la República y presidente de ese partido durante 18 años, Leonel Fernández, así como otros altos dirigentes, funcionarios del actual gobierno, y congresistas, plantea una situación incómoda para la organización política fundada en septiembre del 1973 por el profesor Juan Bosch, tras abandonar las filas del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) del que era presidente, y uno de sus fundadores el 5 de julio de 1939 durante el exilio en Cuba.

El partido morado había experimentado divisiones en el pasado, pero nunca de la magnitud de la que lo estremece en este momento, con carácter irreversible.

Aunque la lucha entre las dos corrientes que pujaban a lo interno de ese partido, encabezadas respectivamente por el presidente Danilo Medina y Fernández, no tiene carácter antagónico porque no media en ello ningún principio ideológico diferenciador de las posiciones políticas entre una y otra facción, es sí irreversible por la magnitud de los intereses en juego entre unos y otros.

Ya Leonel Fernández asumió la dirección del antiguo Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), que ahora se llama La Fuerza del Pueblo (LFP), que algunos interpretan subliminalmente como: Leonel Fernández al Poder, y para los próximos días se espera una avalancha de renuncias a nivel nacional en todos los estamentos de la organización en el poder. Es decir, no hay posible vuelta atrás a estos acontecimientos en pleno desarrollo, como diría el veterano periodista venezolano Walter Martínez.

La pregunta del millón es si la salida de Leonel y sus seguidores provocará una debacle del PLD o si, por el contrario, tendría el presidente Medina el camino libre para trabajar a sus anchas en el fortalecimiento de las estructuras partidarias, como piensan algunos burócratas.

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