Aquí estamos
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Aquí estamos.
- Espectadores de tiempos infernales;
- en las ergástulas de sus embates;
- como hoja que va y viene indefensa
- del vendaval que la arrastra,
- sin que el árbol despojado disimule su honda tristeza.
- Somos círculo en un espacio impuro.
- Nos mueven las injusticias de las penas,
- del dolor, del sufrimiento;
- todo reprimido en ojos resecos,
- por donde mira silente la luz de la conciencia.
- Nos mueve el fuego de las soterradas circunstancias de la vida,
- y no damos un paso que las detenga, porque estamos encadenados a ellas.
- Aquí estamos.
- Nada diferentes de la muchedumbre y sus problemas;
- víctimas del descenso de las regiones supremas;
- pagando en alto costo la soberbia,
- el orgullo, el odio encarnizado a nuestra propia esencia;
- a la deriva en el revuelto mar de la avaricia,
- con poderosas cantidades de inmundicias,
- sin percibir el peligro de la extinción
- en el fondo subterráneo de nuestra propia ignominia;
- allá donde nadie duerme, donde nadie descansa, donde nadie vive,
- porque solo reina soberana la muerte,
- con fauces que devoran los hijos de nuestra propia incontinencia.
- Allí está la vorágine del espanto continuo,
- y el terror de los gritos indescriptibles
- de la garganta del Destino.
- Allí La esperanza muda.
- Sola contempla llorosa sus anhelos reprimidos.
- La puerta de salida está dentro,
- pero, subconscientemente, la buscamos fuera.
Adolfo Paniagua Contreras
23-10-2020.