Los tenebrosos del ruido nocturno
Adolfo Paniagua Contreras
Cuentan las antiquísimas escrituras que antes de que se formara o creara este mundo existió una raza de poderosos espíritus que, por su rebeldía, fueron encerrados en las cavernas exteriores, pero que, en ciertos momentos, y bajo determinadas condiciones, pueden salir a sembrar el terror entre los humanos.
También dicen los sabios gnósticos que en los últimos tiempos (porque estamos en el final de este mundo) la mayoría de los nacimientos son de espíritus infernales retornados, por lo que recomiendan a las parejas gnóstica que trabajan con el agua y el fuego, tener sumo cuidado de no dejar escapar la simiente, para no dar cabida al retorno de los demonios, porque, aunque tienen la apariencia humana, no son humanos.
Esto se puede comprender con lo que pasa hoy. El mundo actual es un verdadero manicomio, y los que no lo vean así es porque viven en la narcolepsia de la publicidad subliminal con todo su andamiaje de hipnotismo.
De otro modo no se puede comprender cómo un ser humano (si lo fuera no lo haría) sale después de las doce de la noche a trastornar el sueño de los demás, con motocicletas que hacen un ruido peor que las máquinas del infierno, aceleradas adrede, por las distintas calles de los barrios.
Esa es la verdad. Vivimos en un mundo llenos de seres que no saben ni que esisten.