Soledad y locura
Ahora vas como potro desbocado
por sinuosa pendiente.
La fama te llama y tú le reclamas placeres,
lujos y otras apetencias,
diligente
que serán más tarde dolores de cabeza.
Más más allá de la algarabía de tus esclavos,
que gozan delirantes
tus vanas ocurrencias,
te aguardan como prostitutas sin bata,
la mala suerte y la vengativa desgracia.
La ignorancia o la mala fe te puso en el escritorio
una invertida pentalfa,
y tú, ciego en tu trono de aquelarres,
gozas las tertulias macabras
de las fuerzas luciferinas,
sin saber que un ejército de avispas
toca la puerta de tu cerebro.
Fuimos ingenuos al pensar que tenías consciencia;
que ella te acompañaba en cada una de tus promesas,
y no atada como está
en la mazmorra de la ingratitud,
con los grilletes de la prepotencia
en rica demostración de ineptitud.
Efectivamente,
eres un leño seco en las enfurecidas olas del mar,
pero te crees majestuoso roble
en la cima de la vida.
Tus venas llorarán sus heridas
cuando el poder tenebroso
del poder
termine de orquestar tu tribulación:
solo,
en el olvido,
y carente de razón.