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La triste madrugada del 2 de abril de 1974

 

Por:  Adolfo Paniagua Contreras

Tercera parte

Durante la campaña electoral, el MPD fue incrementando su simpatía en amplios sectores de la vida nacional, pero uno de los episodios que más conmovió la fibra reaccionaria del régimen despótico de Balaguer fue el ver a través de los pocos canales de televisión que entonces existían a decenas de campesinos de Cotuí y otras zonas cercanas, izando la bandera rojinegra en las caravanas del Acuerdo de Santiago.

Recuerdo que Balaguer, particularmente, se escandalizó, por lo que, en una alocución por varias emisoras en cadena, se refirió a esa circunstancia, agitando el miedo en los sectores más conservadores de su gobierno, sobre la posibilidad de que el MPD obtuviera una cuota de poder en caso de que el Acuerdo de Santiago triunfara el 16 de mayo de 1974. Incluso, manifestó que sería una especie de catástrofe para el país ver a Carmen Mazara como Secretaria de Educación, en un gobierno presidido por Antonio Guzmán Fernández, quien era el candidato de la coalición opositora.

Producto de esa especie de pánico que se apoderó del régimen decadente de los 12 años, se incrementaron las acciones represivas; había que impedir por todos los medios que el grupo de partidos opositores, en el que participaba un ala de la izquierda radical no reconocida por el Status Quo, arribara al poder, de ahí que se incrementaron las acciones represivas, siendo los dirigentes del MPD los más afectados. Recuerdo la captura de Enrique Rivera Mejía; Negro Peña (Fonso), Freddy González (Isaías o el Flaco), uno de los hombres más temidos por los cuerpos represivos del régimen; la desaparición de los camaradas Eddy González y Pablo Liberato Rodríguez, dos cuadros de San Francisco de Macorís, así como la tenaz persecución contra el entontes secretario general del partido, Jorge Puello Soriano (El Men).

Esos golpes causaban impotencia, a la vez que indignación, en la militancia del MPD.

Eran momentos de mucha expectación, por lo que, pese a la sistemática represión, el auge de masas que experimentaba el Acuerdo de Santiago, con los vibrantes discursos de José Francisco Peña Gómez, le infundían mayor miedo a los trogloditas que llevaban 12 años gobernando a base de sangre y fuego, por lo que les urgía hacer algo para dificultar que el pueblo siguiera identificándose con los que pretendían desalojarlos del poder, aun fuera por la vía electoral. Entonces la táctica (que no era nueva) fue la de perseguir, encarcelar, asesinar e intimidar a los miembros de la oposición. El paso inmediato fue formar la Banda Colorá, semejante al Comando Antititerrorista y Anticomunista de 1971, formado a la sazón, según las denuncias y evidencias, por el entonces jefe de la Policía Nacional, mayor general Enrique Pérez y Pérez, con un antiguo miembro del MPD a la cabeza: Ramón Pérez Martínez, alias Macorís.

La Banda "Colorá", que muchos analistas confunden con la banda del 71, en combinación con el Servicio Secreto de la Policía y otros cuerpos represivos, azotaba los pueblos, especialmente del Cibao, donde había mayor identificación con el Acuerdo de Santiago, hasta tal punto que los mismos militares a los que la Constitución les prohibía incursionar en política, adornaban las culatas de sus fusiles con pañuelos colorados, representativos del gobernante Partido Reformista.

Había que hacer algo

Continuará-

 

 

 

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