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La sociedad dominicana necesita un “Nayib Bukele”

Ocupado en muchas cosas no había tenido tiempo de examinar el gobierno de Nayib Bukele, y mucho menos la personalidad de ese joven presidente de El Salvador. En los últimos 10 días algo ha estado ocurriendo en aquella pequeña nación suramericana que me ha llamado poderosamente la atención. Y es que, mientras se libra una guerra entre dos naciones euroasiáticas: Rusia y Ucrania, en El Salvador se libra una guerra contra uno de los grupos criminales mejor estructurado de Latinoamérica: las históricamente famosas Maras Salvatrucha.
Ese poderoso, y hasta hace unos días inexpugnable grupo criminal, tenía a la sociedad salvadoreña entre la espada y la pared; y gobiernos iban y gobiernos venían sin que ninguno tomara la firme determinación de hacerles frente a esos cerdos narcotraficantes, homicidas, sicarios; gusanos en la médula del pueblo que nadie había osado extirpar. Pero en la vida todo tiene un más y un menos, un principio y un final. Ha llegado al Estado salvadoreño un hombre de pelo en pecho, cojonudo, dispuesto, contra vientos y mareas, a exterminar ese cáncer de raíz para que no tenga recidiva en la salud del Estado salvadoreño.
“Como ustedes han visto la gran mayoría, la casi la totalidad del pueblo salvadoreño está feliz con lo que está pasando en nuestro país, con las acciones que ustedes están tomando de sacar a estos delincuentes de las calles…Sin embargo, a pesar que la gran mayoría, casi la totalidad, millones de salvadoreños están felices con lo que se está haciendo, hay algunas decenas de personas, cuarenta o cincuenta personas que están molestos por lo que estamos haciendo. Y no hablo de los financistas, de los partidos políticos, de los protectores de los pandilleros, ellos no van a cambiar, porque para ellos está perdiendo su brazo armado. Ellos tenían su brazo político, su brazo empresarial, su brazo gremial; sus tanques de pensamientos, sus Ongs…pero también tenían su brazo armado con el que tenían sometida y atemorizada la población salvadoreña. Ese brazo armado lo están perdiendo. Perder ese poder para ellos debe de ser doloroso”, manifestó el presidente Nayib Bukele durante un encuentro con los organismos de seguridad del Estado.
En verdad Bukele está haciendo lo que no hacen en República Dominicana y muchos otros países de la región los llamados gobiernos democráticos: acabar con la zozobra, la intranquilidad, el miedo y la desesperación de las familias salvadoreñas expuestas, indefensas e impotentes, ante las hordas criminales, dueñas de barrios, aldeas, campos, calles y callejones por donde se movían como infernales espectros de terror y muerte.
Tras la aprobación solicitada por el Ejecutivo del Estado de Excepción por los congresistas, en tan solo 9 días han sido capturados en el país de Farabundo Martí, 6,800 pandilleros de las Maras Salvatrucha, que con otros 17 mil que hay tras las rejas, suman 23, 800 desgraciados que ya no estarán en las calles robando, hiriendo y matando a la indefensa población.
La justicia de El Salvador ha tenido que ponerse armaduras argentadas y modificar obsoletas y permisivas leyes para poder adecuar la legislación a las necesidades de paz del país, estableciendo penas por pertenecer a una pandilla que van desde 20 a 30 años si no se es cabecilla, y de 30 a 45 si es cabecilla de pandilla, aparte de la acumulación de delitos. Según el mandatario salvadoreño, que acusó de corruptos a los jueces de su país, antes las penas eran de 3 a 9 años de reclusión.
Estamos seguros de que, si la cantidad de pandilleros que andan como chivos sin ley en calles y barrios y campos de República Dominicana sembrando terror en la población fueran guerrilleros o simples luchadores en contra del gobierno, hace tiempo que los hubiesen exterminado. Al parecer aquí se da la conjunción de autoridades con el crimen organizado como ha estado existiendo en El Salvador, de lo que se queja el presidente Bukele, por la sencilla razón de que no se actúa con la drasticidad que la eliminación de ese tipo de mal requiere.
En República Dominicana necesitamos un Nayib Bukele, un mandatario que no esté castrado, que tenga el suficiente valor para decirla ¡basta ya! a los grupos criminales y a sus cómplices. Si apareciera ese hombre me pondría en primera fila para apoyarlo hasta la consumación de la justica que necesita el pueblo dominicano, que ha vivido durante mucho tiempo a expensas de la delincencia, mientras los gobiernos que hemos tenido lo que hacen es prometer mano dura y una Seguridad que nunca se ven.

 

 

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