Los días del cerdo
Por: Asiris De Migón
Diente por diente
Hoza el cerdo en su lecho de excrementos,
entretanto, se aproxima el carnicero.
Su grito llegará al cielo,
mas, el cielo se ha vuelto sordo:
eco tendrá en las regiones del averno.
El cerdo goza la proximidad de sus congéneres.
Pero tiene un olor nauseabundo a papeletas.
Y quiere bañarse otra vez en el agua de la pobreza.
Pero ignora que se aproxima el carnicero.
Lleva unos años encerrado en su caparazón de estiércol;
en un espacio tan pequeño donde solo cabe su cabeza;
las otras partes de su abisal cuerpo
quedan en las calles pisoteadas por la gente.
Sus días están contados,
y lo ignora por grosero.
La pena será de pocos,
porque Muchos
se llama el carnicero.